Argentina enloquece con la llegada del ‘Messias’ y la Copa del Mundo
La locura mundialista solo podía tener una celebración más alocada, y así ocurrió: la vuelta olímpica se realizó simbólicamente en el aire, lejos de la multitud que esperaba eufórica a los jugadores. Más de cuatro millones de argentinos habían inundado la ciudad de Buenos Aires para recibir a los campeones de Qatar 2022. Pero la fiesta no pudo ser completa. Las carreteras, avenidas y calles colapsaron. El miedo a desbordes o incidentes, como tras la consagración de 1986 y durante el velorio de Diego Maradona, dos años atrás, obligaron al bus que llevaba al seleccionado a evitar primero adentrarse en el vibrante corazón de la multitud, en el Obelisco, donde se cruzan las avenidas 9 de Julio y Corrientes. Allí, el pasado domingo, una marea humana se había embriagado de alegría por la victoria ante Francia. Se esperaba repetir el acontecimiento, pero esta vez con los jugadores. No pudo ser y el júbilo se mezcló con la amargura colectiva.
Con el correr de las horas comenzaron a registrarse grescas menores y heridos (personas que se cayeron de puentes, postes y carteles). Pruebas incontrastables de que la caravana triunfal no podía atravesar semejante torrente de hombres y mujeres de cualquier edad sin quedar expuesto a una situación que se saliera de control. La Federación de fútbol (AFA) se vio obligada a diseñar un nuevo itinerario, sin la garantía de que fuera posible cumplirlo en su totalidad. «No nos dejan saludar a toda la gente que está en el Obelisco. Los mismos organismos de seguridad que nos escoltaban no nos dejan avanzar», se quejó finalmente el presidente de la Federación, Claudio Tapia. Los jugadores abandonaron el bus y subieron a helicópteros de la policía. «Los campeones sobrevuelan la ciudad porque se hizo imposible seguir por tierra«, dijo la portavoz del Gobierno, Gabriela Cerruti. Los campeones volvieron frustrados al predio de la AFA. La multitud, a sus casas. Argentina fue también campeona mundial de la desorganización. Cuando los jugadores se fueron a sus casas, ni faltaron incidentes entre hinchas y policías por la noche. A Messi lo recibió también una multitud al llegar a Rosario.